viernes, 5 de enero de 2018

Recuerdo de Jaime Migueiz

RECUERDO DE JAIME MIGUEIZ




¿Fue todo un sueño, Jaime? Quedé helado, aplastado, inmóvil, convencido de que tu desaparición demostraba, de nuevo, que no hay sentido alguno. Recordé la voz de la última vez que hablamos por teléfono, quince días antes, con la que tuve la impresión de una extrema fragilidad que quería dar imagen de fortaleza a pesar del temible enemigo, la Enfermedad.

He sido incapaz en estos días de acercarme al teclado para escribir sobre ti, querido compañero. Pero lo hago pensando en mi antigua posición en el cine, como acomodador, como portero, siempre en contacto con los espectadores, dialogando con ellos, en diferencia a la soledad del proyeccionista. Cuando comencé a trabajar como acomodador de los Cines Renoir Audiorama, en 2001, pronto quedé hipnotizado por la cabina del proyeccionista, que siempre fue tu cabina, tu oficio, desde el primer día, con la Familia de León de Aranoa, hasta el nefasto día de 2012 en que nuestro cine en Zaragoza desaparecía con la versión original de Las malas hierbas de Resnais. Viajaste desde Barcelona para estar presente en la última proyección, en el último sueño de aquella cabina cinematográfica de bobinas, platos, rodillos, ventanillas que arrojaban luz a la pantalla.

Pronto me quedó claro que el cine, también su espacio físico de paredes, butacas, bar, taquillas, proyectores... era para ti más que un trabajo. Era tu casa, tu hogar, tu refugio, tu templo. El cine era el lugar en el que estabas en tu horario y fuera de él, el lugar en que estaban los compañeros y donde había sueños, películas de las que alimentarse, con las que ilusionarse. Pero también había que tener películas alrededor en casa, en el coche, en cada rincón, en todas partes, siempre cerca. Había que estar siempre en el templo, hacer el propio templo.

Fue todo un sueño, Jaime. Pronto pasaban las películas, fuera una matinal de En construcción de Guerín, los colores vitalistas de Amelie o las risas del público con El hijo de la novia. Te fuiste a tu Barcelona, para seguir siendo proyeccionista de sueños, en el nuevo y espectacular Cine Renoir Floridablanca.

Sin darnos cuenta, nuestro cine barquito se iba haciendo viejito y desfasado ante nuevas arquitecturas y pronto quedó herido por problemas de comunicación y nuevos acorazados que nos lanzaban cohetes desde fuera e incluso desde dentro. Fue desmoronándose como un castillo de arena en la playa. Le arrancaron pantallas y las nuevas butacas de colores fueron desmanteladas por la empresa. Pero tú, nuestro detective, nos dijiste pronto donde estaban, siempre pendiente de cines olvidados o destruidos, siempre esperanzado en la resurrección de los cines.

Te vi en Barcelona, siempre anfitrión generoso, siempre pensando en mostrar la nueva Filmoteca de Cataluña o en que viera los recovecos del Floridablanca. Pero yo ya era otro, ausente, sin mi cine. Aprendí de ti que debía tener el cine cerca si acechaba la soledad. Pero también el luminoso Floridablanca era un sueño. Te lo arrebataron. La Enfermedad te encarceló y te dejó sin tu cine, pero no podían quitártelo y por eso te pregunté por teléfono si tenías cine cerca en aquella prisión. Me tranquilizaste: tenías tu pequeño aparato de DVD y tus compañeros te llevaban películas. En la última conversación, te pregunté si necesitabas que te enviara un cartucho de películas en DVD. No hacía falta. Tenías munición de sobra para seguir disparando al inmenso enemigo desde tu fuerte, desde tu cine pequeñito. Hasta el final, en el dolor de una recuperación espejismo, en el desánimo, en una jornada seguramente aterradora, estaba cerca una película para ir viendo cada día, para fundirse en ella, como cinéfilo, como hijo del cine, para ser cine, ilusión, sueño.

Recordándote, Jaime, escribiendo sobre ti, cuando lea estas líneas, te mantendré ahí bien vivo, en forma de sueño, en forma de cine. Todo era un sueño.


Sergio Casado, Enero 2018.

miércoles, 8 de junio de 2016

"Otro modo de ver el cine": QUE FUE DE JORGE SANZ: 5 AÑOS DESPUÉS (David Trueba, 2016)

El Club del Cine presenta:


*¿Qué fue de Jorge Sanz: 5 años después (David Trueba, 2016) Int. Jorge Sanz, Eduardo Antuña, Elena Furiase, Antonio Resines, Pedro Ruiz, Gonzalo Suárez.

17 de junio de 2016, 17.30 horas en el Colegio La Salle – Gran Vía (c/Santa Teresa de Jesús, 23. Zaragoza). Entrada libre.   Contaremos con la presencia de Jorge Sanz. 


la idea es emitir un capítulo cada cierto tiempo hasta que veamos a Jorge Sanz en una residencia de ancianos. Me hacía mucha ilusión volver a abrir esta caja de sorpresas. Vamos a intentar innovar sobre una buena base”
David Trueba


Sinopsis: En la nueva entrega, titulaQué fue de Jorge Sanz?' (5 años
En la nueva entrega, titulada ¿Qué fue de Jorge Sanz?(5 años después),  el actor vuelve a estar acompañado de su representante en la ficción, Amadeo (Eduardo Antuña), y estará acompañado de Elena Furiase, Lolita, Willy Toledo, Pablo Carbonell, Pedro Ruiz, Gonzalo Suárez y Antonio Resines. 



Si existe algo mejor que reírse es hacerlo en compañía. En la vida y en el cine. En el segundo pasaba hace un millón de años que en salas llenas de espectadores aquello que ocurría en la pantalla o lo que decían los personajes que se movían por ella conseguían la carcajada generalizada del público, cada uno de su padre y de su madre, con distintas sensibilidades y sentido del humor variado, pero cómplices en la gracia que les provocaban esas comedias y la comicidad muda o parlante. (...)
(…) Sanz demuestra tanta valentía como desgarro para reírse de sí mismo. Y David Trueba consigue que nos riamos todos. La calidad no es siempre cuestión de grandes presupuestos.
Carlos Boyero


***ENTREVISTA con DAVID TRUEBA
El Club del Cine – La Salle: ¿Cómo surge este episodio, y cómo surge un episodio "largometraje2? ¿Por qué cambia el formato?

David Trueba: Mi idea al acabar la temporada fue ir haciendo de tanto en tanto algún episodio, mientras nos siguiera apeteciendo la idea. La duración vino dada por la historia, pero puede cambiar en el futuro, depende de cada episodio, de cómo se desarrolle. si algo quería tener es la posibilidad de huir del formato de las series, tan basado en una fórmula siempre repetitiva.
ECDC: A propósito de esto, de las difusas líneas que separan hoy en día el Cine del Audiovisual que nos invade en todo tipo de pequeñas y grandes pantallas, ¿crees que este episodio es cine? ¿Lo distingues del resto de tus películas?
... Te pregunto esto porque para mí lo es, incluso diría que es de tus mejores "comedias", y da la impresión de que existe una lucha entre tu cine de ficción y otro cine, otro David Trueba.  ¿Es así?

DT: Sí, claro, para mí no es una película, es solo un episodio más de la serie, pero eso no significa que lo haga con menos amor o dedicación. Para mí todo es igual, como es lo mismo un artículo que una novela. El problema es cómo lo percibe el mercado o la gente, pero en mi caso se trata de la misma intensidad de trabajo. En cine no he rodado, como director, ninguna comedia pura, así que no puedo compararlo con este episodio de Jorge, pero me encanta cuando se proyecta en una sala y la gente sufre y se lo pasa bien.
ECDC: ¿Qué sentido tienen los formatos hoy en día?  ¿Que es para ti el cine hoy en día? ¿Ha cambiado, de algún modo, tu perspectiva, frente al debutante que filmó La buena vida? ¿Vives el cine de otra manera?

DT: El cine español se ha complicado mucho desde mi primera película. En los años 90, cuando debuté, el peso decisorio de las televisiones no era tan grande, los productores de cine podían arrancar un proyecto por sí mismos y los directores estaban valorados porque el cine de autor se veía en salas y funcionaba mejor. Yo te diría que hacer una película como aquella ahora tendría que reducirse a un proyecto más barato y menos ambicioso y seguramente ni habría llegado a estrenarse en salas comerciales. Es el problema de que ahora manden los ejecutivos de las televisiones sobre el cine y la distribución haya quedado tan en manos de unos pocos.
ECDC: Nuestro ciclo "Otro modo de ver el cine" en La Salle intenta crear una pequeña respuesta al cine de consumo que nos tiene tan invadidos, intentando recuperar por un rato el cine como arte, como lugar de encuentro y pensamiento.  ¿Crees que existe ese "otro modo de ver el cine"? ¿Qué sería para ti? ¿Qué te gustaría que fuera?

DT: Yo no distingo entre un cine y otro, solo quiero disfrutar de buenas películas, me da igual quién las haga y cómo. El problema de hoy es un problema de estructura comercial, la supuesta libertad ha significado una reducción de la libertad. Deberíamos reflexionar sobre eso y no tanto sobre cine artístico o cine comercial. Mis directores favoritos, a los que aspiro a imitar eran artistas, pero también entretenían y hacían disfrutar a los espectadores. Nombremos a unos pocos: Jean Renoir, John Ford, Rohmer, Woody Allen, Kurosawa o Monicelli.

ECDC: ¿Qué parte del episodio proviene de lo real y que parte de tu imaginación?
DT: La mayor parte proviene de una anécdota real que le sucedió a Jorge con Elena Furiase, pero luego la serie es un destilado de lo real pasado por mi filtro.

ECDC: ¿Crees que existe espacio para nuevas formas de hacer y de exhibir cine?  Son posibles nuevas salas, nuevos modos? ¿Es factible hoy en día, todavía, la idea de un club de cine, personas que ven juntas las películas, en la oscuridad, en lugar de invididualmente?

DT: No es que sean posibles, es que son imprescindibles para la supervivencia del cine. La revolución de los próximos diez años en el cine es cómo verlo, cómo acceder a canales alternativos de proyección y consumo. Cuando veo la oferta de las plataformas televisivas que dicen ofrecer todo el cine, ya sean Movistar, Ono, Netflix, Amazon o cualquier otra, me produce vergüenza ajena. No solo no tienen todo el cine, sino que tienen muy poco, muy previsible y ya fácilmente consumible de otros modos. Faltan programadores con riesgo y atrevimiento, canales alternativos y salas que no se mantengan por la venta de palomitas y cine para adolescentes y familias en centros comerciales, sino para espectadores individuales, pensantes y exigentes.

martes, 24 de mayo de 2016

"Otro modo de ver el cine": EL ÚLTIMO REFUGIO (High Sierra) (Raoul Walsh, 1941)

*El ciclo de arranque: “Otro modo de ver el cine”.

Proyecciones de Mayo/Junio 2016:
Colegio La Salle-Gran Vía (c/ Santa Teresa de Jesús, 23, Zaragoza)


*El último refugio (High Sierra) (Raoul Walsh, 1941) Int. Ida Lupino, Humphrey Bogart.
Guión: John Huston & William R. Burnett basado en la novela homónima de William R.
Burnett.
(27Mayo 2016, 17.30h. Proyección en V.O.S.E.  Coloquio posterior con los críticos Enrique Abenia y Carlos Gracia).

Sinopsis: Tras salir de prisión, Roy Earl (Humphrey Bogart) da un paseo por el parque. Pero es
sólo el preludio de una persecución, de un acorralamiento en el que se ve empujado a
organizar un atraco.

(…) La mayor parte de la película transcurría en la alta sierra, un lugar cercano a Mount
Whitney, a once mil pies de altura. La historia narraba la persecución constante a la que
Bogart es sometido, iniciándose en el desierto y terminando en las rocas más altas de la
montaña. Aquella fue la persecución más larga que rodé en mi vida (…)
Raoul Walsh

(…) El último refugio demuestra que Raoul Walsh está lejos de ser el sencillo “director de
acción” de películas trepidantes, de artesanía exacta y contenido escaso. Una visión más
cercana revela una riqueza de temas transfílmicos y obsesiones que marcan una producción
de más de 120 películas (su longevidad y productividad hacen de él un Víctor Hugo del cine
americano) pero también revelan las estrategias de Hollywood y su transformación desde el
período mudo hasta los años sesenta. La película es un complejo estudio de la visibilidad
oculto en lo que es un melodrama de acción, trepidante y cautivador.
Tom Conley, “International Dictionary of Films and Filmmakers, Chicago y Londres, St. James

Press, 1984”.

miércoles, 11 de mayo de 2016

"Otro modo de ver el cine": MALA RACHA (José Luis Cuerda, 1985)

*El ciclo de arranque: “Otro modo de ver el cine”.

Proyecciones de Mayo/Junio 2016:
Colegio La Salle-Gran Vía (c/ Santa Teresa de Jesús, 23, Zaragoza)



RECUERDO DE SANCHO GRACIA: 20 de Mayo de 2016, 17.30horas. Entrada libre. Invitaciones disponibles en portería del Colegio La Salle-Gran Vía.
*Mala Racha (José Luis Cuerda, 1985) Int. Sancho Gracia, Fernando Valverde, Terele Pávez, Eufemia Román, Miguel Rellán, Manolo Zarzo.

Sinopsis: Arenal (Sancho Gracia) es un veterano boxeador al que se le cierran las puertas, al que dan la espalda. Intentará encontrar un combate para ganar, buscando una nueva oportunidad.

Proyección de la película: 17.30horas. A continuación, coloquio con el director de la película, José Luis Cuerda. También contaremos con la presencia del director y guionista Manolo Matji.


 “El cine es mirar, saber mirar, saber expresar con los ojos lo que quiere el director, lo que quiere el momento; el cine es la cámara, es la luz”.
Sancho Gracia



Llamo hoy a José Luis y rápidamente nos ponemos a charlar. Me cuenta la alquimia que crea la trama de Mala Racha. La película parece situarse en un ámbito intemporal; quedo pensando que es quizá aragonesa, goyesca (del mejor Goya, el de las Pinturas Negras); es su obra más proscrita y al mismo tiempo posiblemente la mejor, apenas proyectada en cines, alojada por tanto en un sótano un tanto escondido, el lugar que alberga algunas de las obras más importantes del cine español.

El joven cineasta, José Luis Cuerda, para describir el gran combate -el que a todos nos afecta, el de la dignidad-, se rodea de varios de los mejores materiales de nuestro cine, nuestros intérpretes: ahí están Terele Pávez, un inmenso Tito Valverde y el protagonismo de nuestro actor-bandolero, el que marcó a muchos de mi generación de modo decisivo: Sancho Gracia.

La película vuelve a los cines, en un nuevo estreno, más de treinta años después, en Zaragoza, para crear una prestidigitación: el Recuerdo de Sancho Gracia. En 2016, José Luis Cuerda afirma haber perdido peso, pero su altura como cineasta siempre siguió intacta, capaz de contar nuestras tragedias, uniendo Mala Racha con La lengua de las mariposas y Los girasoles ciegos.

Sugiere dos películas, dos títulos imprescindibles, para un ciclo que se desarrollará en el tiempo, otra trilogía, que une su Mala Racha con Le Caporal Épinglé de Renoir y Un condenado a muerte se ha escapado, de Bresson.

Ojalá los socios de El Club del Cine, los que provienen de los cine-clubes franceses, pero hechos a nuestra manera, con otro modo de ver el cine, lo hagan posible. Hasta entonces, nos quedamos maltrechos como boxeadores, intentando recuperar, retomar fuelle, coger aire tras la proyección de Mala Racha.
Sergio Casado



Creo que Sancho Gracia es duro y frágil como el cristal, lo que no se ve a simple vista porque además es inteligente, y la inteligencia, por suerte, lo empaña todo antes de iluminarlo; y más que todo, los cristales; tan duros, tan frágiles y tan simplones. Esta suma es la que tuve en cuenta para ofrecerle el protagonista de Mala Racha: un boxeador acabado, perplejo ante sus posibilidades profesionales, que sólo le permitirán el dudosísimo éxito del triunfo si mata, y perplejo ante su vida sentimental, en la que se ha instalado una cría que lo zarandea entre sus dientes como un mastín a un chiguagua; mastín, ella; chiguagua, él. Por las tuberías subterráneas que unen estas cloacas del alma transita Sancho en Mala Racha magistralmente. Algunos dicen que es mi mejor película y añaden que también es la mejor de Sancho. Yo sé que él es ahora, frágil, duro e inteligente, es uno de los mejores actores que tenemos, y que le quiero como a un amigo sensibilísimo y solícito. Él sabe el gusto que me da oír por teléfono su voz telúrica cuando dice: “Jose”, acentuando la “o”, “¿cómo estás?”.
José Luis Cuerda
(extraído del libro “Sancho Gracia. La fuerza del bandolero melancólico.”, Juan Cruz, Ocho y Medio, Festival de Cine de Huelva, 2005).



(...) Con Mala Racha, José Luis despuntó su talento como director, que como guionista, a mi entender, ya lo tenía. El protagonista de la película era un boxeador caduco, de estos que tienen ya una edad y le vienen a buscar para una serie de peleas en las que un poco existen en algunos ambientes, Asia sobre todo, con animales, gallos, perros y también hombres. Las peleas eran a matar, a morir. (...)”
Sancho Gracia
(extraído del libro “Sancho Gracia. La fuerza del bandolero melancólico.”, Juan Cruz, Ocho y Medio, Festival de Cine de Huelva, 2005).





NUEVO DÍA


Después de tantos días sin camino y sin casa
y sin dolor siquiera y las campanas solas
y el viento oscuro como el del recuerdo
llega el de hoy.

Cuando ayer el aliento era misterio
y la mirada seca, sin resina,
buscaba un resplandor definitivo,
llega tan delicada y tan sencilla,
tan serena de nueva levadura
esta mañana...

Es la sorpresa de la claridad,
la inocencia de la contemplación,
el secreto que abre con moldura y asombro
la primera nevada y la primera lluvia
lavando el avellano y el olivo
ya muy cerca del mar.

Invisible quietud. Brisa oreando
la melodía que ya no esperaba.
Es la iluminación de la alegría
con el silencio que no tiene tiempo.
Grave placer el de la soledad.
Y no mires el mar porque todo lo sabe
cuando llega la hora
adonde nunca llega el pensamiento
pero sí el mar del alma,
pero sí este momento del aire entre mis manos,
de esta paz que me espera
cuando llega la hora
—dos horas antes de la media noche—
del tercer oleaje, que es el mío.

Claudio Rodriguez
(incluido en “Versos Bandoleros”, de Manolo Matji)





El ciclo "Otro modo de ver el cine"


Un Nuevo Renoir presenta:



El Club del Cine – La Salle”
[mayo/junio 2016]

proyecciones en La Salle-Gran Vía, C/Santa Teresa de Jesús, 23. Zaragoza.




Dossier de Prensa:
Arranque del ciclo “Otro modo de ver el cine”


etiqueta en twitter: #otromododeverelcine


Un cine cerrado es otro sueño que no encuentra a su dueño”
(David Trueba)



Un calabozo

(…)
ZACH (en alemán): ¿Qué es lo que está usted haciendo?
MARÉCHAL (desconsolado): ¿Yo? … Un agujero …
¡Sí, sí, sí! ¡Un agujero, para evadirme!

(de “La gran ilusión”, Jean Renoir)




"Si se logra, con películas de un valor artístico indiscutible (¡sí, existen!),
reconstruir algo que se parezca a un gusto, se habrá hecho mucho más para
resistir a las malas películas y a las películas peligrosas, (...)"
(de “La hipótesis del cine”, Alain Bergala)




La premisa: “Cinéfilo a cinéfilo”:


El punto de partida de la propuesta es recuperar el espíritu desvanecido de la iniciativa Un Nuevo Renoir y el consecutivo, del proyecto de La Gran Ilusión, integrándolos al actual Cine-Club La Salle de Zaragoza, uniendo fuerzas, planteando una búsqueda cinéfilo a cinéfilo, para armar un espacio en la ciudad que entienda el cine como arte, como educación, frente a la invasión de un cine de pensamiento único, el cine de consumo.


Concepto de “El Club del Cine”:


La pretensión es la de un Cine-Club que sólo parte del cine, para unirse al territorio de los libros, de la curiosidad, de la imaginación, del deseo de saber, apostando por el cine en versión original, el cine español, el cine europeo y el cine independiente en general, los documentales, la recuperación de clásicos y cine para formar a niños y jóvenes, con atención especial a todo lo que signifique una programación que apueste por el cine como actividad artística y más en especial, de formación y educación.

Ha de surgir así la participación de cineastas, involucración de los cinéfilos y ciudadanos de Zaragoza, coloquios y presentaciones de películas y documentales, retrospectivas y ciclos.

El espíritu, sin ánimo de lucro, ha de generar en definitiva un espacio de exhibición cinematográfica que enorgullezca a la institución La Salle, convirtiéndolo en puntal distintivo, Cine-Club que representa lugar, pero también la posibilidad de una sociedad de ciudadanos de Zaragoza, basado en el apoyo de los futuros socios de El Club del Cine, simpatizantes, amigos, fundadores y benefactores a través del mecenazgo.

Es pues una iniciativa enfocada siempre hacia el mundo del cine y la cultura, donde predomine una programación especializada y de calidad que apenas existe en Zaragoza, con la mayoría de salas proyectando cine de consumo y enorme escasez de otros tipos de cine, del cine del pasado, que ha de hacerse también presente.

En la necesidad de un cine distinto, la respuesta implica sinergias con espacios y personas que buscan otra Zaragoza, otra ciudad mejor, que buscan cine independiente, de autor, no comercial, cine clásico, cortometrajes, ciclos, encuentros con cineastas y actores, talleres, etc... Surgirá así la posibilidad de edición de cuadernos, pequeñas tiradas de libros en edición no venal, creación de una pequeña biblioteca de cine, libros electrónicos disponibles a través de un dominio y sitio en la Red, lugar de publicación de un informe anual económico y de las actividades de El Club del Cine. Se pretende también la implicación de los estudiantes, como voluntarios y partícipes para la difusión, mejora y actividad cotidiana del Cine Club.

Ha de estar por ello abierto a pases a otros colegios, colaboración con otras entidades, empresas o grupos profesionales de la ciudad, ciclos conjuntos, pases ambulantes en otros espacios, presentación de programación, ciclos, homenajes o retrospectivas, festivales y eventos.

No hay atajos: la suma de socios, la fuerza del Cine-Club ha de surgir cinéfilo a cinéfilo, pase a pase, para crear un sentido de cine, la creación de un gusto, una invitación a los jóvenes a la formación en el cine como arte. El escritor y docente Alain Bergala se ha referido a una actuación como “antídoto frente a la crasa estupidez y a la fealdad agresiva de la mayoría de los programas de televisión que no provienen de un imaginario del cine”. El cine ha de ser herramienta de comunicación y no sólo una mercancía.



La financiación


El arranque económico implica una inversión inicial y la aportación de la sala de actos del Colegio La Salle Gran Vía de Zaragoza. El nombre del Cine-Club es el de la institución, La Salle, que es el que permite iniciarlo, el que le da un lugar, una sede.

A partir de ahí, de los cinéfilos, pueden surgir los socios del Cine-Club. Tras la creación de un núcleo pueden surgir los carnets del Cine-Club, identificación del espíritu sin ánimo de lucro, pero también base para encontrar personas y entidades que aporten capital para el mantenimiento y superación en sus actividades y programación.

En la fase inicial, es esencial la importancia de la gestión económica y contable desde el departamento económico de La Salle, estableciendo una cuenta anual de ingresos y gastos de El Club del Cine. Una aportación inicial de la institución La Salle para la coordinación de la primera anualidad puede ser la base para sumar a partir de ahí otras aportaciones, de individuos, empresas y fundaciones que se añadan a la mercadotecnia del Cine-Club.

Los gastos, siempre en equilibrio con los ingresos, con responsabilidad social corporativa, no pensando en un beneficio económico, parten de la idea de ser un Cine-Club sin ánimo de lucro. Esos gastos irían destinados a la gestión y programación de El Club del Cine, preparación de estrategias y establecimiento de contactos, trabajo diario, posibles estrenos en la ciudad, cursos, transportes, mejora e inversión en audiovisuales o equipamientos, etc...

El organigrama


Unido a un posible equipo colaborativo que surge cinéfilo a cinéfilo, de periodistas, abogados, escritores, médicos, profesores, etc... ha de existir una dirección económica de partida, enclavada en la institución La Salle.

A ello se uniría una dirección del Cine-club en la que también estarían, en la programación y organización, los impulsores, abriendo esa organización a futuros voluntarios.

No se trata de una competición con la gran red de cines comerciales de la ciudad, sino una base para el cine como arte, unido a la sala de exposiciones del colegio, perfectamente ubicado, como sede (c/ Sta Teresa de Jesús, 23, junto a la Plaza de San Francisco) comunicada por transporte público (autobús, tranvía) y de fácil acceso para personas con discapacidades. Las proyecciones se enmarcarían inicialmente en viernes tarde, con la opción de abrir a pases puntuales el resto de días de la semana.

El éxito depende de los ciudadanos, cinéfilos que entiendan el impacto de la educación y la cultura en el progreso de una ciudad como Zaragoza, las oportunidades de reputación y prestigio derivadas de una programación que distinga el espacio del Cine-Club, la Salle. A partir de ahí surgirán los socios, individuales, pero también aportaciones empresariales que enriquezcan y den fuerza a El Club del Cine. Y desde ahí se proyectará la relación y cooperación con otros cines de la ciudad que buscan esa vía, que necesita comunicación constante con ellos y con festivales y cines de otros lugares.





domingo, 9 de agosto de 2015

Cinema Elíseos

   Tenía yo diecisiete años cuando me senté en las duras butacas de madera del Cinema Elíseos, el más bello de Zaragoza. Quedé hipnotizado por la luz de una película, Las amistades peligrosas, y la actriz de mi juventud, nunca más bella, nunca más desgraciada, la Michelle Pfeiffer que era Madame de Tourvel.
   No siempre se aparecía la Pfeiffer, que a todos nos había ya vuelto locos como Lady Halcón, pero el Elíseos cambió mi manera de ver el cine. Sus nuevas butacas, estrenadas poco después con el Dave de Kevin Kline, esperaban que de nuevo se produjeran nuevas visiones. Sólo había que esperar un poco y los magos producirían el encantamiento.
   Lo de aquel cine era increíble. De repente, me encontré ante el Azul de Kieslowski, la libertad, el cineasta que más me impresionó en los 90, bajo la forma de Juliette Binoche. La música de Preisner hacía soñar con una Europa solidaria y unida, libre.
   Al instante, aparecía el legendario Clint Eastwood, fotógrafo de Los puentes de Madison y de Meryl Streep. Revivía en su centenario Luis Buñuel al apagarse la lámpara del techo del Elíseos, con Simón del desierto. En 2002, la Palma de Oro a la que robaron el Oscar, El pianista de Polanski, me dejó a la salida, caminando por Sagasta, más trastornado que nunca. ¿Cómo era posible una película así?
   Pero pronto estaba de nuevo en la fila de la taquilla, listo para ver Matchpoint, de Woody Allen. Me encontré allí a Joaquín Aranda, el gran crítico de Heraldo. Sospechábamos que el cineasta neoyorkino nos tenía preparado algo único. Recuerdo que hablamos de los cines de Zaragoza, de la fortuna de tener (pensábamos que para siempre) el Elíseos en Zaragoza. Sonreía, pero insistía en que sus salas favoritas eran las cercanas al Parque Grande, las de Jean Renoir.
   Fue una delicia el visionado de Destino: Woodstock del gran Ang Lee, y fue una tarde inolvidable cuando salí del Elíseos, del pase de Elegy de Isabel Coixet y me habían robado la rueda delantera de mi bicicleta, aparcada allí cerca. Tuve que volver a mi barrio con ella a cuestas.
   Con rueda nueva volví para ver La cinta blanca de Michael Haneke, y aplastado por la desaparición de Joaquín Aranda y sus cines favoritos, para ver Renoir, un filme exquisito sobre el pintor Auguste y su hijo Jean. Elena y yo nos dimos cuenta que estábamos poquitos en la sala, y menos todavía al ver Marsella, donde los ojos de María León no tenían nada que envidiar a los de mi recuerdo de la Pfeiffer.
   Cerraron el Elíseos y Zaragoza parecía callada, ausente, como si no adorara a su sala más luminosa, su estrella legendaria, sus lámparas, su pequeña pantalla, su magia. Parecía adorar a otros espacios que a mí me parecían de una fealdad extraordinaria.


Un año después, Zaragoza sigue callada. Algunos seguiremos soñando con su recuperación, de nuevo, como Filmoteca, como sala de la ciudad, de la que pudo ser, una Zaragoza que no sea la Villa Paletón que entristecía a José Antonio Labordeta, sino una ciudad para quedarse siempre, para no tener que escapar de ella. La ciudad del mejor Cinema Elíseos.

Sergio Casado, 9 Agosto 2015.